domingo, 15 de septiembre de 2013

3º clasificado del concurso de relatos

El sábado estábamos invitados a una boda, y  mi marido, no regresaba hasta el domingo.
A la boda me llevo mi amiga  y su novio, íbamos todos de etiqueta, yo llevaba un vestido largo azul, y aunque no tenía escote por delante, sí que tenía uno bastante pronunciado por detrás, dejando toda mi espalda al aire..

La ceremonia hermosa, la celebración fantástica, durante toda la noche, sentía las miradas de Andrés clavadas en mi espalda. Aunque nos manteníamos a una distancia aceptable.
 A la una de la madrugada, ya estaba lista para irme a casa, estaba cansada y con dos copitas de más, además Andrés apenas se acercó a mí un par de veces en toda la noche, pero en todas las ocasiones me había erizado, al deslizar su dedo por mi escote disimuladamente, en la última ocasión, mientras lo hacía me susurro.. -“Te vas a enterar, bruja”.-, con su voz ronca, eso hizo que me temblaran las piernas, pero luego no volvió a acercarse más a mí. Finalmente se ofreció a llevarme a casa, por supuesto acepté.

 Apenas nos habíamos alejado un kilómetro cuando paró el coche y me beso, me tomó por el cuello con ambas manos y me beso como si le fuera la vida en ello, atrayéndome a su cuerpo, me subí el vestido y me senté a horcajadas sobre él, ¡dios mío como le deseaba!. Empecé a mover mis caderas sobre su regazo, a rozar mi pecho con el suyo, mientras él me amasaba las nalgas. El deseo nos quemaba, nos podía, estábamos dispuestos a hacerlo allí, ya tenía sus manos cubriendo mi pecho, mareándolos con fuerza, cuando un coche paso a nuestro lado y toco la bocina, devolviéndonos a la realidad, así que decidimos ir a su casa.

Sin embargo yo estaba con ganas de marcha, así que mientras el conducía, yo bajé la cremallera de su pantalón, y comencé a masturbarle, gemía, no paraba en su asiento, me encantaba oírle, y tener su polla al fin en mis manos, tanto que no pude resistirme a inclinarme sobre ella y empezar a chuparla.
.-“Bruja, me tienes la borde, o paras o nos estrellamos”.- pero yo no podía parar, unos minutos después me agarró del pelo retirándome,.- “Ya hemos llegado. Te vas a enterar.., vamos guárdamela!”.- Lo hice corriendo, pero su tono de voz, me subyugaba, me asustaba, me ponía.
Al entrar en la casa, seguíamos besándonos, abrazados, sus dedos subían y bajaban por mi espalda, hasta el nacimiento de mis nalgas,  nos movíamos por la habitación con la luz apagada, hasta llegar al sofá, donde se detuvo, y de nuevo con su voz ronca, me pidió que me diera la vuelta, y me subiera al sofá, apoyando las rodillas en el asiento y los brazos en el regazo.

Comenzó a subirme el vestido, sentía sus dedos subiéndolo por los laterales de mis muslos, la tela del traje acariciándome y su respiración detrás de mí, me tenían enloquecida, jadeante, expectante..
Se tomaba su tiempo, disfrutando de lo que hacía, hasta que finalmente dejó  mi culo totalmente al aire, siguió con sus dedos el contorno de mi tanga y cuando menos lo esperaba tiró de él, con fuerza rompiéndolo, provocando que gritara, entonces me dio una nalgada, no muy fuerte .-“No quiero que te muevas, no quiero que hables, solo quiero oírte gemir, entendido?”.- Oí como se alejaba, mientras yo seguía quieta allí, obedeciéndole, y como regresó con algo, que no identifiqué.

Sus palmas volvieron a posarse en mis nalgas, acariciándolas, besándolas, enterrando su nariz en la separación de ambas, sus manos bajaron de nuevo por mis muslos, por la cara interna, con sus pulgares rozaba mis labios inferiores y mi clit haciéndome temblar.
Sus dedos continuaban descendiendo por mis muslos y su lengua hizo acto de presencia, lamiendo mi raja por completo, haciendo una espiral sobre mi ano, bajando hasta mi clit, toda yo temblaba, me moví y de nuevo sentí como me daba otro azote, esta vez más fuerte, .-“Te he dicho que no te muevas”.- Pero qué coño, le pasaba a este tío?!!, Me quedé quieta, pero refunfuñando, me gustaba más el placer que me daba, que la molestia del picor en la nalga. Su lengua no paraba y sus dedos le ayudaban moviéndose en mi interior, mis caderas volvieron a moverse buscando sus dedos y ¡Zas! Otra nalgada, esta vez proteste verbalmente y ¡zas!  otra más fuerte.

.-“Pero tío!, que no me va el sado!”.-  Intenté incorporarme, pero su mano en la espalda me lo impidió y entonces me dio un pellizco el un pezón, que aunque fue encima del vestido, hizo que se dispararan todas mis terminaciones nerviosas. .- “¡Oye!”.- Grite, mis nalgas y  mi pezón ardían, pero lo cierto es que estaba empapada.
.- “¿Estas segura?, si no lo has probado antes, como lo sabes?”.-  En ese momento, jadeando aun por el dolor del pellizco, oí con bajaba la cremallera de su pantalón, giré mi cuello para  observarle, sin tener claro que hacer o decir, y  ¡ZAS! otra más fuerte, esta vez en la unión de mi nalga y mi muslo, .- “Te he dicho que no te muevas!”.

Estaba asustada, pero excitada, un mundo de sensaciones encontradas, de reflexión y de pronto un gel frio cayó sobre mis nalgas, distinguí como lo esparcía sobre mi ano con su verga, tremendamente dura, ocasionando que diera un respingo, tímido para evitar otro azote, eso no lo había hecho nunca.

.-“ Cuando quieras que pare, pídemelo. Ahora agárrate las nalgas y sepáralas para mí”..- Y lo hice, por probar.. no se perdía nada. Me sentía como una marioneta en sus manos, sin embargo, me excitaba.
Traté de concentrarme en su respiración acelerada, en como su cuerpo se pegó más al mío, en su beso en mi espalda y en el último pellizco que dio sobre mi clit, en todo mi cuerpo temblando por el deseo, y hormigueando por sus pellizcos, cuando noté como se iba abriendo paso por mi culo. Dolía, gruñía, pero él iba despacio, dejando que mi cuerpo se adaptara, preguntándome con mimo, si estaba bien, antes de avanzar un poco más.

Sus manos volvieron a jugar con mi pezón y pellizcar  mi clit, aumentando aún más mi deseo, hasta el punto de que fui yo quien empezó a mover de nuevo mis caderas buscando que entrara más en mí, dolía.. pero me gustaba, lo deseaba, y más al oír sus jadeos más altos que los míos. Entraba ya totalmente, escuchaba el chapoteo de nuestros cuerpos al chocar,  sus caricias se iban volviendo más rudas, los movimientos más rápidos hasta que finalmente estallé en un grito de placer desconocido  seguida por él momentos después.

Tras eso nos duchamos y seguimos con nuestra primera noche completa de sexo, sin límites.
¿Me estaría convirtiendo en una sumisa? ¿Esto era solo por el poder de Andrés sobre mí? ¿ O era una actitud de rebeldía frente a mi marido?

Harimar Resident

No hay comentarios:

Publicar un comentario